martes, 30 de noviembre de 2021

 A raíz de la trascendencia de mi único hijo, he aprendido mucho.

La esperanza de volver a ver a un ser querido y el dolor de su ausencia física, la sacudida que da la vida, me han hecho buscar verdades profundas.
Confiar en la sabiduría del corazón y entender por qué y para qué, nos ocurren a algunas personas, cosas tan difíciles en ésta vida.
No somos especiales, ni nada por el estilo, hemos de enfrentar la realidad y aceptar con humildad que ésta prueba es para crecer y avanzar en el verdadero camino de vida. Es un pacto de almas. A todos nos tocará en algún momento.
Este tránsito terrenal, es temporal y quizá hasta momentáneo, en una tercera dimensión, que no es precisamente el mejor plano; pero sí, un buen plano para aprender y evolucionar más rápido.
El sufrimiento es un gran aliado en el aprendizaje de las almas, y en la tierra se experimenta con mucha intensidad, porque estamos apegados a lo físico.
Todas las filosofías y religiones han abordado el tema de la vida y la muerte. Por ello, me doy cuenta de que la muerte no existe. Existe una trascendencia y un desapego del cuerpo físico, pero no somos eso. Somos alma y espíritu, eternos, vivos por siempre y para siempre en distintos planos, vidas y dimensiones.
Y en realidad cada vez estamos menos vivos en este planeta, y obviamente más muertos.
Si analizamos nuestra conducta, nos daremos cuenta de que los muertos somos nosotros, no los seres desencarnados, ellos van a las mejores y más bellas ciudades espirituales, a vivir en plenitud, dependiendo de cómo han vivido, de su nivel de conciencia.
Y nosotros "vivimos" en unas ciudades horribles, no solo por la podredumbre y pobreza, sino por la falta de conciencia y amor al prójimo.
Pensamos que amarnos, tener autoestima es vivir en total y absoluto egoísmo y egocentrismo, que la competencia por tener es más importante que ser, que venerar la materia es cuidarnos.
O que vivir la vida es alocarse y arriesgarse a todo. ¡Para nada!
La iluminación es el equilibrio (Buda) ningún extremo es bueno. Ni muy muy ni tan tan... Cómo decían las abuelitas.
El fanatismo en las religiones, las cuales son buenas y tienen un fin conciente de amor y paz, son la excusa perfecta para algunos aprovecharse del ignorante. Eso está muy lejos de la espiritualidad.
Podemos criticar, ofender, humillar y ser malas personas y luego arrepentirnos, ésto es suficiente para que nos perdonen, probablemente sí.
Pero hay una ley universal de causa y efecto. Entonces podemos ser perdonados, pero no podemos huir del efecto que hemos provocado, (Pienso ahorita en la corrupción y la política... Por ejemplo)
Es nuestra equivocada conducta la que no nos permite desarrollar esa conciencia que necesitamos.
Jesús nos da el mejor ejemplo, su evangelio es un evangelio de amor y entrega por los hermanos, que somos todos.
No existe empatía, ni mucho menos amor al prójimo. Estamos en un mundo de muerte, porque solo nos preocupamos y velamos por nuestros intereses, no hay sentido común, no entendemos que el bienestar de todos, depende de cada uno.
Entonces no somos nosotros los vivos, somos los muertos, aislados, pensando en que somos individuales, cuando en realidad somos uno solo, el malestar de mi hermano es mi malestar y el bienestar de mi hermano es mi bienestar.
Somos parte de la divinidad y si nos pudiéramos dar cuenta de ello, saldríamos de ese egoísmo que nos envenena el alma.
Siempre he pensado que la diferencia la hace uno, y ahora confirmo que efectivamente, así es. Empiezo conmigo. 🙏🙏🙏



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