Quienes hemos perdido un hijo, sabemos que aceptar ese evento en nuestra vida humana, es una de las cosas más duras y difíciles de afrontar, si no es que la más dura que existe en la tierra.

Sé, por experiencia propia, que es incomprensible nuestra forma de actuar, cuando recién tenemos el shock, no sabemos qué hacer, pensar o cómo reaccionar.

En mi caso, necesité algunos días a solas, conmigo y mi dolor, mi llanto, mi tristeza, mi sufrimiento, para poder empezar a entender el propósito de perder a un ser amado tan importante en la vida, especialmente porque Andrés era mi único hijo.

Algunas personas dejaron de hablarme, porque no contesté sus llamadas o mensajes, me disculpo con ellas.

Pero, quisiera que por favor entendiésemos que no es un desaire intencional o que me haya dejado de importar esa persona, conocida o amiga.

Pido comprensión, empatía y mucha caridad para quienes hemos pasado o estamos pasando por este duelo.

No todas las madres vivimos el duelo de igual manera.

Sé que la psicología ha dado una serie de pasos, quizá ayude conocerlos, pero aún así, me atrevo a decir que cada una de nosotras experimenta el duelo de la partida de un hijo, de manera distinta.

Considero también la falta de cultura de la muerte. Se nos ha hecho ver que la muerte es mala, trágica y hasta de mala suerte.

No es así, la muerte es parte de la vida, es un proceso divino, Dios da la vida terrenal y Él es el único que la quita. Entonces esos mitos deben eliminarse.

Todos venimos a este mundo cuando Dios lo permitió y todos nos iremos cuando el plan perfecto de evolución se haya completado. No antes ni después.

Creemos que es ley natural que los hijos entierren a los padres y no al contrario, pues gran noticia, no es una ley. Es un plan diseñado por la divinidad para aprender y crecer.

La muerte es un paso hacia la eternidad y es normal y natural del ser humano. Es valiosa porque nos devuelve al verdadero hogar.

Gracias por su apoyo, ayuda, comprensión y caridad hacia nosotras.

Realmente necesitamos de nuestra familia, amigos, conocidos y muchas también necesitamos ayuda profesional: psicológica, psiquiátrica, o espiritual.

Creo que eventos como éste, independientemente de cuál haya sido la causa, nos humanizan y nos acercan más a la gran verdad.

Bendigo sus vidas y gracias por todo